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Rosetta Stone comienza con el sueño de un hombre de encontrar formas mejores de aprender un idioma

Tras intentar estudiar ruso con los métodos tradicionales, a finales de la década de 1980, Allen Stoltzfus —fundador de Rosetta Stone— se propone desarrollar una forma efectiva de aprender nuevos idiomas mediante la inmersión natural. Su idea es utilizar las tecnologías informáticas para simular el modo en que aprendemos nuestro idioma nativo —con imágenes y sonidos en contexto y sin traducciones—, con el objetivo de innovar en la enseñanza de idiomas para alumnos de todas las edades.

Stoltzfus cuenta con la ayuda de su cuñado, John Fairfield, para hacer realidad su sueño. En 1992, la tecnología del CD-ROM lo hace posible. Juntos, fundan la Fairfield Languages Technologies, en Harrisonburg (Virginia, Estados Unidos), con Stoltzfus como presidente. Luego, contrata a su hermano Eugene Stoltzfus, como experto en diseño, para elaborar los componentes visuales y estructurales del programa. El nombre que eligen para su creación es Rosetta Stone, como la herramienta utilizada para descifrar los secretos de los jeroglíficos egipcios. El apelativo es de lo más acertado, pues nuestros productos le descubren a millones de usuarios, en todo el mundo, la forma de llegar al éxito en el aprendizaje de idiomas.